Archive | February 2015

La roncha

La miro, ladeo mi cabeza para verla desde otro ángulo y la vuelvo a mirar. Dejo pasar un rato, para no acostumbrarme al estímulo y dejar de ver, o al revés, que de repente todo comienze a enrojecer. Vuelvo a mirarla. La veo en la mañana cuando saco el pijama, la veo en cada muda. Mientras juega, yo la observo, como si en una situación casual fuera menos sesgada mi visión. La miro. La expongo a la luz, a contra luz, siempre mirando. Cierro mis ojos y la miro.

No se si a veces miro para convencerme de que es real o quiero que sea real, pues la versión ella no es real, si es una ilusión. Es decir, esa roncha existe, y asesina a mi mente, que trata de entender por qué ella está ahí.

Pd: con la caca es el mismo cuento, pero además de ver se huele, incluso se toca.

La simpleza de un clásico

Eso de Gabysauria sea alérgica al maíz, con un alto grado de sensibilidad, hace que hasta la maltodextrina esté prohibida en su dieta.

Dato 1: La maltodextrina se extrae del almidón de maíz, el cual, dicho de forma simple, se corta en pedacitos más pequeños, y cada uno de esos pedacitos es una maltodextrina. Más información Aquí.

Dato 2: Si comienza a leer los ingedientes de los productos, podrá darse cuenta que está presente en muchos de ellos.

La única golosina apta para Gaby eran los Frugelé (la gomita más masiva del mercado), pero tenían maltodextrina. Y si bien esta minialérgica reacciona al almidón de maíz, concedí la posibilidad que al estar fraccionado en moléculas más pequeñas no hubiera problema. Pero después de que al día siguiente de los cumpleaños tuviera leve iritación en la piel, y que en el cumpleaños que omitimos los frugelé no hubiera lesión, concluimos que la maltodextrina si provocaba (en menor intensidad) reacción alérgica.

Pero, hablando en nombre de todas las madres que conozco con hijos con alergia alimentaria, la persistencia es una de nuestras características. Así que seguí buscando, leyendo esas minúsculas letras con que escriben los ingredientes, hasta que di con estas y la felicidad se apoderó de mi corazón.

 

Gomitas Providencia

 

 

No Puede

Estoy segura que he dicho más veces ‘no puede’ que ‘weón’ estos tres últimos años.
Por un lado, nuestra cultura patachera hace que todo gire en torno a la comida, por lo que casi todos le ofrecen cosas para comer a los niños, y el resto pregunta primero a los padres antes de ofrecerles snacks (alias golosinas) a los niños. Y por otro lado, creo también que no solo es la cultura, si no que hay un factor antropo-algo que hace cuidar y alimentar a los cachorros de la especie (especialmente si lucen amorosos y sonrientes) para que sobrevivan.
Pero volviendo al título, no es talla, he dicho más veces ‘no puede’ que ‘weón’. Y me desagrada muchísimo esa estadística.

¿Le convido uvita? No puede

¿Puede comer Natur? No puede

¿Y si le das papilla de avena? No puede

¿Le ofrezco una salchicha? (leo los ingredientes) No puede

¿Puede heladito? No puede

¿Le sirvo un poquito de cereal? No puede

¿Quieres una gomita? No puede

¿Y si le haces un juguito de naranja? No puede

¡Pero si el pollito es tan sano! No puede

El primer No puede se acompaña con la mueca de una leve sonrisa; el segundo No puede va acompañado de un suspiro; el tercero, lo respondo mirando el suelo; al cuarto, empiezo a sentir una piedra en mi corazón; al quinto, empiezo a ver negro; y al sexto, me retiro.

Odiosamente, a lo largo de estos tres últimos años, el No puede se ha transformado en una frase diaria, y solo se me ocurre un par de formas para compensar esta situación: o empiezo a aweonar más a la gente o comienzo a responde No puede weón’o.

Después de verlo (y leerlo) publicado, me di cuenta que me faltó agregar un párrafo. Estoy segura que todos aquellos que preguntan (a través de ofrecimientos) qué es lo que comen estos niños, no lo hacen con intención de hostigar ni hacerme sentir algo cercano a abatida (aunque finalmente esa es mi sensación), si no que es un genuino interés en saber de qué se alimentan estos minialérgicos, cómo se las arregla uno para darles de comer y por qué pasa esto. A veces comienzan a mencionar cosas como para darte ideas de algo que podría funcionar y no has probado. Otras, preguntan seriamente si son intolerantes a la lactosa cuando les dices que son alérgicos a la proteína de la leche de vaca, lo cual me provoca un gran ataque de risa interior y casi ternura… en buena.

En fin, yo también tuve que aprender de esta patología y partí tan de cero como la mayoría. Cuando Pipe dió positivo a casi el 85% de los alérgenos en un test de parche y yo pregunté (poniéndole humor a la situación) si le podía dar agua, la tecnólogo me miró con una cara que aún recuerdo…

SoL

Ya son 20

Ayer, haciendo una lista de alimentos que puede comer Gaby, para entregarla al jardín, pude ver que ya son 20 los alimentos tolerados por mi minialérgica.

Qué largo y difícil camino hemos recorrido. Esperanza y desesperanza, ilusión y abatimiento, terminar en el suelo para volverse a parar, cansancio, autoengaño, alegrías, creatividad para inventar recetas con poquísimos alimentos (toma MasterChef), y tantos momentos que se diluyen en la memoria para ir conformando una historia.

Hoy recordaba la lista que escribí ayer y me emocionaba, aún me emociono hasta las lágrimas.

No se si algún día se cerrará este blog, pero me encantaría ver la contraportada de este libro que escribo.