Envidia

Hace una semana, en la fiesta de navidad del sindicato de Entel, vi, anonadada, como un padre daba a comer un choripán a su hijo de 1 año 8 meses sin ninguna conciencia de lo que estaba haciendo, mientras conversaba con otro padre que tampoco le llamaba la atención el hecho.
Si yo, hipotéticamente, estuviera dándole de comer eso, pensaría y evaluaría mil cosas: el choripán, es de cerdo, Pipe puede comer cerdo, pero generalmente le ponen carne de vacuno que él no puede comer, y seguro lleva soya para hacer cundir la mezcla, y yo tampoco podría comer por Gaby; y esa marraqueta ¿será de las que le ponen leche?, si es así, no le puedo dar ni el pan solo a Pipe, y yo tampoco puedo, pues Gaby no puede tomar cualquier derivado de la vaca que pasa a través de mi leche.
Toda esta neurótica divagación pasó en menos de un minuto, hasta que salió un suspiro que me volvió a la realidad y me hizo ver lo lejos que estoy de darle un choripán a Pipe.
Pura envidia.

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