Que la olla no sepa los secretos de la cuchara

“Que la olla no sepa los secretos de la cuchara”.

Esta frase la leí una vez en un plato de un restaurante italiano. Me encantó tanto que a pesar de los años aún la recuerdo. Pero hoy, solo desearía que la olla me cuente dónde anduvo la cuchara.
Pipesaurio es alérgico, entre otras cosas, al pollo, y su nivel de sensibilidad al alérgeno es tan bajo, que si revuelvo una olla con caldo de ave y luego uso esa misma cuchara para revolver su comida, gatillo una respuesta inmune.
¿Cómo tanto? No, cómo con así de tan poco.
El último episodio fue el fin de semana pasado (el mismo fin de semana vomitón de Gaby). Supimos demasiado tarde de la contaminación cruzada, y mi pobre minialérgico sufrió las consecuencias. La herida abarcaba todos los glúteos, escroto y parte de los muslos, era como una gran quemadura en su piel, no toleraba ni la crema, pero había que ponérsela y él debía aguantar no solo el dolor de la herida, si no que también el roce al poner la pomada y del pañal.
¿Que es maña eso de no comer ciertas cosas? ¿que los papás son muy estrictos o cuáticos? ¿que es puro invento de ahora eso de las alergias alimentarias? ¿que cómo le va a dar alergia si es tan sano el pollo?
Infórmese antes de opinar.

One response to “Que la olla no sepa los secretos de la cuchara”

  1. pilar sotomayor says :

    Y es por esto q no me atrevo a hacer cupcakes para gente con alergias alimentarias. Es muy riesgoso. De hecho nosotros tuvimos q sacar la naranja y el colorante rojo de los cupcakes para la casa porque a mi pequeña de 3 años le dan aleriga y estuvo hospitalizada despues de una alergia o al colorante rojo o al ibuprofeno. Claro q estas alergias ni se le comparan. Ufff valor!!

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